Por Juan Tomás Valenzuela
El presidente Medina,
de manera transitoria,
recibió a Francisco Ozoria,
quien fue a verlo a su oficina.
Con Pagán en una esquina
y un sacerdote en la otra,
allí se habló de la potra
que le pidió a este avivato,
que elimine el concordado
entre una parte y la otra.
El bandido de Marchena
se excedió en su parecer
sobre la Iglesia, el poder
y esa coyuntura plena.
Poniéndolo en cuarentena,
a él y a la tal Susana,
Danilo, habló con su pana,
el flamante monseñor,
dando juicios de valor
acerca de estas dos ranas.
La pérfida nuclear,
proterva por ambición,
exigió la absolución
del acuerdo clerical,
que da ventaja curial
hacia el prelado católico,
sobre el legado simbólicola luz
que ejerce Dios, en la tierra,
y que de acuerdo a esta p…
es un acuerdo lacónico.
Se habló de José La Luz,
un ser insignificante
que ha vivido del allante
desde tiempos de Mambrú.
Este hombre fue tan pechú,
cuando tocó el concertado,
que queriendo aportar datos
como es su costumbre hacer,
quiso culpar a Leonel
de haber propuesto este trato.
La relación del gobierno
y el prelado clerical,
que esté bien o que esté mal,
eso a mi me vale cuerno.
Preferiría que el gobierno,
en vez de enfrentar a Ozoria,
aparte a estas tres escoria,
La Luz, Marchena y Susana,
que esa carga de almorrana,
sí debía ser transitoria.
Juan de los Palotes
1 Mayo 2019